Vinos de Perú

La vid llegó a Perú con los conquistadores españoles. Es uno de los países más atípicos para el cultivo de la vid, ya que nunca llueve (menos de 0,01 mm al año). El país es por tanto un desierto con 58 oasis, uno de los cuales en la región de Ica, a 3 horas en coche al sur de Lima, alberga los viñedos de Tacama, los más grandes del país. 

Ica es la principal región vitivinícola, y el potencial de sus terruños es indiscutible. En tiempos prehistóricos, enormes flujos de lodo se deslizaron por la cordillera de los Andes -hasta el Océano Pacífico- formando los valles que hoy conocemos. Como resultado, el subsuelo del valle se compone de cimientos pedregosos y arenosos y de suelos de magníficos depósitos aluviales. 

En la actualidad, Perú se encuentra en plena transición vitivinícola, con bodegueros atraídos por el desafío climático y la originalidad de este terruño desértico. Cada vez son más las bodegas locales que se embarcan en esta aventura, espoleadas por el actual aumento del consumo nacional de vino.
Además de tintos y blancos, la gama de vinos es muy variada y siempre interesante, desde blancos bastante dulces a rosados semisecos, pasando por vinos cocidos y espumosos a la italiana. En cuanto a los tintos, variedades mediterráneas como la Mourvèdre y la Carignan florecen en este terruño junto a las más clásicas Malbec y Cabernet-Sauvignon, con taninos potentes y complejidad aromática en el paladar. En cuanto a los blancos, el Sémillon, el Chardonnay, el Chenin y el Sauvignon figuran entre los más solicitados por sus aromas muy afrutados y su buena resistencia a temperaturas a veces muy elevadas.