Vinos de Argentina

El cultivo de la vid en Argentina comenzó con la llegada de los españoles en el siglo XVI. Tras un primer intento con variedades locales, la viticultura recurrió rápidamente a variedades europeas, que se importaron masivamente. La superficie dedicada al cultivo de la vid no ha dejado de crecer y hoy en día cuenta con más de 200 000 hectáreas de viñedos dedicados a la producción de vino. A finales de los años 90, Argentina se convirtió en un actor importante en el mercado mundial del vino: es el primer productor de Sudamérica y el quinto a nivel mundial.

Argentina ofrece unas condiciones geográficas y climáticas especialmente favorables para el cultivo de la vid. La mayor parte de los viñedos argentinos se encuentran al pie de los Andes, a una altitud comprendida entre 800 y 1700 metros, en zonas con poca humedad. Así, los ataques de parásitos (insectos, hongos...) son muy limitados, lo que reduce considerablemente el uso de pesticidas y favorece la calidad biológica de los vinos.

Las regiones vitivinícolas más importantes se encuentran en las provincias de Mendoza y San Juan, así como en la provincia de La Rioja. Salta, Jujuy, Catamarca, Río Negro y Neuquén también son terruños de renombre en Argentina.

Argentina produce vinos blancos a partir de las variedades Chardonnay, Torrontés (variedad española), Sauvignon, Chenin, Viognier y Sémillon. Los tintos (como el Festivo Malbec 2017 o el Festivo Malbec 2018) proceden principalmente de las variedades Malbec, Bonarda tempranillo y Cabernet Sauvignon.

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