Clos Centeilles

Patricia Boyer-Domergue compró Clos Centeilles en Siran en 1990 con una visión clara: salvar el patrimonio vitícola de Languedoc. En 1995, comenzó a reintroducir variedades de uva olvidadas de la región, variedades autóctonas que quería rescatar del olvido. Fruto de un largo trabajo, que va a contracorriente, la finca de 12 hectáreas cuenta hoy con 23 variedades de uva diferentes, lo que le confiere una diversidad impresionante y la originalidad de esta finca. Clos Centeilles se encuentra en el territorio delimitado de la denominación Minervois, cuyo Cru La Livinière. Las variedades tradicionales de la región son: Cinsault, Mourvèdre, Syrah, Garnacha negra y blanca, Clairette blanca, Carignan negra. Pero también hay otras más raras y a veces olvidadas, como la Riveyrenc blanca y gris, la Riveyrenc negra y verdal, la Araignan blanca, la Clairette rosa, Picpoul gris y negro, Terret gris, Garnacha gris, Lledoner Pelut, Aramon gris, Cariñena gris, Œillade negra y Morrastel negro de jugo blanco. Para Patricia Boyer-Domergue es un punto de honor expresar la que, en su opinión, es la mejor variedad de uva de la región, que ella considera como el Pinot Noir del Languedoc: la Cinsault. 

Los vinos se caracterizan por su originalidad, gracias a unas mezclas bien controladas. El viñedo se cultiva en armonía con la naturaleza, cuenta con la certificación HVE (Alto Valor Medioambiental), se trabaja íntegramente a mano y la elaboración en bodega es poco intervencionista, sin crianza en barrica, con el fin de respetar al máximo la expresión del terruño de Centeilles y sus antiguas variedades de uva. Descubrir estas 14 cuvées es adentrarse en un universo aparte con una firma propia, una paleta de sabores auténticos, para un viaje al Languedoc de antaño, donde la diversidad de variedades de uva permitía crear una identidad única y un equilibrio perfecto.